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TALLER DE COSTOS PARA CAFETEROS

La prosperidad del sector cafetero no solo depende de las técnicas empleadas para tener una buena cosecha, sino del dinero invertido para producir el café. Por esta razón, Solidaridad realizó un taller sobre costos de producción con técnicos extensionistas del Comité de Cafeteros de Tolima.

Los números, a veces, intimidan. A pesar de ser un lenguaje paralelo al de las letras y tan cotidiano para todos, cuando nos piden que dividamos la cuenta a la hora del almuerzo muchas veces nos bloqueamos. Lo números están presentes cuando hacemos mercado, cuando recibimos la factura de la luz, y cuando llega el fin de mes y hacemos milagros para extender los 20.000 pesos que nos quedan en la cuenta. Están en nuestra vida diariamente, pero les tenemos miedo.

En nuestro inconsciente son un asunto que hay que dejar a los matemáticos, los economistas y los financieros. Pero estamos equivocados. Los números son un idioma que todos podemos hablar de manera fluida y que puede traernos muchos beneficios. Esta idea se transmitió en el taller sobre costos de producción que realizó el equipo de café de Solidaridad, bajo el marco de la Plataforma de Comercio Sostenible, en Líbano, Tolima, a los técnicos extensionistas del Comité de Cafeteros, entre el 6 y el 8 de julio.

“Tenemos que enfrentar un problema cultural –explica Nidia Moreno, del Comité de Cafeteros de Tolima–. Nuestros extensionistas son agrónomos, así que se concentran en la fertilización, la plaga, la variedad… Para ellos lo relativo a costos es responsabilidad de los administradores y los contadores. Ante el panorama actual de la economía mundial, tenemos que orientar a estos profesionales para que sean más integrales y para que entiendan que en su área de acción el manejo de costos es indispensable: si usted fertiliza cinco veces al año, está perdiendo plata. Por eso buscamos a Solidaridad”.

Juegos mentales

Tres días de números, cálculos y cuadros en Excel en principio no suenan fascinantes. Al contrario, es fácil imaginárselos densos, lentos, tediosos y con una mágica capacidad somnífera. Sin embargo, cualquiera de los 16 técnicos que hicieron parte del taller podrán corroborar que no tuvieron tiempo de aburrirse ni cabecear.

“Las personas que trabajan en el campo son muy activas –explica Nidia–. Madrugan y todo el día está moviéndose, así que mantenerlos sentados durante tres horas es un reto. La pasividad va en contra de su normalidad y se cansan muy fácilmente. Por eso es necesario llegarles con herramientas diferentes, para que los mantengan atentos y les ayuden a que el aprendizaje quede. Por eso el trabajo de Solidaridad es tan valioso, enseñan a través de juegos”.

 

Hay que empezar por calentar, como si los participantes fueran a competir en una maratón. En este caso se calienta el cerebro, que se prepara para pensar. Jackeline Londoño, de Solidaridad, les muestra una serie que ellos deben completar: 15, 26, 37, 48… ¿Qué sigue después? Cada uno, concentrado en su puesto, intenta deducir la lógica que hace que esos números avancen. Analizan, suman, restan, multiplican. Finalmente entienden que a cada número se le suman 11. Ya está. Fácil. Luego viene una entretenida partida de Sudoku. Y así continúa el calentamiento hasta que la mente siente que es capaz de lograrlo todo, incluso de escalar su Everest: los costos de producción de una finca.

Para el trabajo y para la vida

El margen de utilidad de un productor de café depende, en cierta medida, del precio de venta del producto. Esto, en principio, parece obvio, pero a veces se olvida que esa utilidad  obedece, de la misma forma, a los costos de la producción. A las ganancias de la venta hay que restarles lo invertido en los procesos operativos que hicieron posible la cosecha de ese café.

“La gente tiene la idea de que el problema del sector es el precio del café y ese es un asunto del mercado sobre el que los productores no tienen mucha incidencia –explica Jackeline–. Por eso es importante que entiendan que no todo depende del precio de venta. Los productores deben ser conscientes de que ellos pueden mejorar la utilidad si aumentan la productividad; es decir, si aumentan su producción en la misma unidad de área”.

A medida que avanzaba el taller, los asistentes iban entendiendo cada vez más estos conceptos y todo terminó de aclararse cuando compartieron con ellos una herramienta de Excel que les permitía analizar su flujo de caja. “¿Esto es para nosotros? –preguntaban entusiasmados–. ¿De verdad la podemos utilizar?”. Estaban descrestados con la herramienta porque les permitía calcular, con solo ingresar unos valores en la tabla, cuál sería el comportamiento financiero  de una finca en una proyección de seis años, de acuerdo a su plan de renovación de cafetales. El cuadro les permitía entender que, por ejemplo, renovar en un mismo año un área superior al 30% puede traerles consecuencias positivas en el flujo de caja de la empresa años después. 

Después de los tres días de trabajo, los asistentes al taller no sintieron que estuvieran recibiendo una capacitación laboral sino conocimientos para la vida.

“Ellos entendieron que un agrónomo que sabe de técnica y de costos tiene una fortaleza increíble frente a otros agrónomos –explica Nidia–, así que se fueron muy contentos. Ahora esperamos que siembren la semilla con otros extensionistas y que lleven su experiencia a los productores”.

Los 16 extensionistas que asistieron al taller se fueron con el compromiso de compartir lo aprendido y de ponerlo en práctica en la vida real. Según sus avances en ese proceso, se espera realizar un segundo taller donde se puedan analizar indicadores reales y así generar un cambio significativo en las fincas cafeteras de Tolima.

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Carlos Isaza

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